Como en la mayoría de las actividades de acompañamiento, el coaching profesional implica recurrir a un dispositivo de supervisión. Se trata de un enfoque de crecimiento, ética y profesionalización del coach para gran beneficio de todos.
La supervisión supone un dispositivo permanente al cual el coach recurre con regularidad y con el mismo grado de confidencialidad. La supervisión puede desarrollarse en el marco de una relación dual con el supervisor (supervisión individual) y/o en un enfoque colectivo con un supervisor (supervisión colectiva o supervisión de grupo).
La supervisión funciona dentro un marco contractual específico: el supervisor del coach no puede ser ni su formador (en el coaching o en otro campo), ni su terapeuta, ni un par, ni colega o asociado. Por lo tanto, un grupo de intercambio de práctica no se considera un espacio de supervisión.